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“El confinamiento ha sido beneficioso para el negocio”

  • relacionesciber
  • 5 nov 2020
  • 4 Min. de lectura

Pescadería Antonio, un anzuelo para los clientes


En el barrio de Las Arenas, concretamente en el centro de la calle Santa Eugenia, se encuentra el rincón que hoy conocemos. La "Pescadería Antonio" abrió sus mostradores en 1956 de la mano de M.ª Ángeles Ortiz de Zarate y su marido malagueño, Antonio Andreu. Ella se jubiló pero Antonio, con 88 años, sigue trabajando con la misma ilusión de siempre. Con él, despachan también sus hijos José Antonio y Victoria.

Ibon Goikoetxea y Borja Rodero


  • ¿Cuántos años lleva trabajando en la pescadería? ¿Por qué decide empezar a trabajar en el negocio de su padre?

Llevo trabajando en esta pescadería 30 años. Empecé en varios trabajos, pero veía que no me llenaban ni me gustaban. Ya existía el negocio familiar y como había ambiente y se ganaba dinero sin la necesidad de estudiar, decidí que este era mi lugar. Te metes en una carrera que dura cinco años y luego buscas trabajo… En este negocio ya ganaba desde el día uno.

  • ¿Qué implica trabajar con su familia?

Hay muchos que dicen que es más duro trabajar en familia, pero nosotros no lo creemos así. Tenemos más confianza. Además, es más fácil que trabajar con empleados de fuera. Al estar tanto tiempo trabajando con alguien, tienes que llevarte bien y entre nuestra familia no hay problemas. Nuestro padre, el maestro, nos mantiene unidos como una piña.

  • ¿Existe una competencia directa entre los supermercados y las pescaderías tradicionales?

Siempre decimos que no dan clientela, más bien nos la quitan. Pero nos hemos mantenido bien. Las grandes empresas no suelen tener productos de primera calidad, que es lo que los clientes buscan y encuentran en nuestra pescadería. También se quejan de que van al supermercado y les tratan mal o no saben limpiar el pescado. Esos empleados solo cuentan con un curso de un par de meses y nosotros tenemos más de treinta años de experiencia.


Para nosotros el confinamiento fue como unas segundas navidades

  • ¿Cuánto pescado venden al día? ¿Cuál es el más demandado?

Casi todo lo que traemos cada día se vende. Tenemos la suerte de contar con mucha clientela. Hay otros negocios del estilo que no la tienen y acaban cerrando. Es cierto que se nota un bajón en las ventas porque la juventud de hoy en día no compra mucho pescado. Antes se compraban kilos y kilos, ahora piden doce anchoas.

(Victoria, hermana de Antonio, asegura): La merluza y las anchoas son los reyes, son los productos que más vendemos.

  • ¿Cree que el trato con los clientes debe ser cercano?

Sí, el trato con los clientes es importantísimo. Mucha gente viene por nosotros. Cuando nos vamos de vacaciones, están esperando para que volvamos y les vendamos pescado. Por lo general les tratamos bien, se divierten y confían en nuestros productos. Por eso tenemos clientes que vienen incluso todos los días.

  • ¿Cerraron la pescadería como consecuencia del confinamiento?

No, de hecho, es cuando más vendimos. Parecían unas “segundas navidades”. Los clientes no podían comer en Bilbao o cerca de sus trabajos, así que se limitaban a comprar en el barrio. Tuvimos colas con las que no dábamos abasto. En cierta manera, el confinamiento ha sido beneficioso para el nosotros.

  • ¿Tras el confinamiento hubo pescado suficiente para vender? Es decir, ¿los pescadores pescaron la misma cantidad o las salidas al mar fueron más reguladas?

No solo hubo suficiente, sino que hubo más. Nosotros trajimos más pescado para vender. Se vendía mucho más y las salidas al mar también aumentaron.


“Esto es pescadería y psicólogo: los clientes vienen deprimidos y se van contentos”

  • Antonio, muchos adultos sueñan con su jubilación. ¿Qué le motiva a usted a seguir trabajando a sus 88 años?

A mi esto me encanta. Si yo no estoy aquí, me muero. Estoy esperando ya que llegue mañana para levantarme a las 4 e ir a Mercabilbao con mi hijo. Mi pasión es trabajar en esta pescadería.

  • ¿Qué hace especial a esta pescadería?

El negocio lo hace especial mi padre. Es una institución en el pueblo; le conoce todo el mundo. Y a los hijos también, claro. También el trato a los clientes y la relación calidad-precio que ofrecemos. Muchos compradores nos dicen que nuestra oferta es la mejor que hay. Hay pescaderías que venden muy caro o de baja calidad. Aquí en cambio, vendemos buen producto y a buen precio.

  • ¿Qué es lo mejor y lo peor de su trabajo?

Lo peor es madrugar, levantarse a las 4 de la mañana cada día. Y lo mejor es el trato con los clientes; vendiendo y charlando se pasa la mañana volando.

(Antonio también contesta): Para mi lo mejor es vender el pescado, levantarme pronto cada mañana y compartir mi pasión con mi familia. Para mi no existe "lo peor" de este trabajo, porque me encanta.

  • ¿Cree que cualquiera podría valer para este trabajo?

Por supuesto que no. Hay que tener muchísima paciencia y saber tratar a los distintos clientes. Esto además de ser una pescadería, se parece un poco al psicólogo. Como dice mi hermana, aquí más de una señora viene deprimida y se va contenta. Sienten que les escuchamos y el poco rato que están aquí se pueden evadir de sus problemas. Aún así, hay de todo; personas más agradables y personas más calladas. Por eso, no cualquiera puede tratar con perfiles tan diferentes cada día.

  • ¿Si pudiera retroceder en el tiempo, volvería a entrar en el negocio familiar?

Si pudiera cambiar, buscaría un trabajo que no implicase madrugar tanto. Aún así, tengo mis dudas porque aquí se hace muy ameno trabajar. Cuando lo decidí tenía 18 años y en la pescadería ganaba dinero inmediatamente. La otra opción era estudiar cuatro años una carrera y después buscar trabajo.

(Interviene Victoria): Yo tengo la suerte de no madrugar tanto como mi padre y mi hermano. En ese sentido no me puedo quejar. Tampoco me he roto la cabeza pensando en qué podría haber hecho. Me gusta este trabajo.


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